Si está muy salado… ¡No me lo como! ¡Mejor mándenlo al espacio!

Creo que  esto es algo que a todos nos ha pasado cuando nos topamos con comida salada ¿no?, esa  desagradable sensación cuando la sal seca nuestra boca y su predominante sabor llega a arruinar hasta nuestro plato preferido. Esto sucede debido a que muchos organismos no toleramos altas concentraciones de NaCl, ya que para 1 cucharadita de sal necesitaríamos un litro de agua y, si nos la tomáramos, subiríamos hasta 2 libras de peso tan pronto como la sal sea absorbida por nuestro intestino (Lipman, 2012).

Pero, imagínense poder comer toda la cantidad de sal que se quisiera o es más, necesitar de la sal para sobrevivir… ya no suena tan atractiva la comida en general ¿no? Pues nuestros extremófilos de esta semana son los halófilos, unos amantes de las concentraciones altas de sal en su entorno, y es más, necesitan de ella para vivir (Romero, 2007).  Entre estos microorganismos se pueden mencionar arqueas del género Haloferax, Haloarcula y Halococcus, como bacterias de los géneros Halomonas, Delega, Volcaniella, Paracoccus y Halovibrio entre otros (Ramirez et. al, 2006).

Estos microorganismos comprenden bacterias y arqueas que existen en lugares que no son propios de otros seres vivos, como el Gran Lago Salado de Utah, salinas marinas y el Mar Muerto. Pueden llegar a ser halófilos extremos con concentraciones de NaCl arriba del 20%, halófilos moderados entre 10 a 20%, halófilos débiles con 0.5 a 10% de tolerancia de concentración y halotolerantes que toleran la salinidad  (Oñate, 2010).

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Figura 1. Imagen del Mar Muerto, Jordania otros (Ramírez et. al, 2006).

El Mar Muerto (Figura 1) se encuentra a unos 80 km al este del Mediterráneo, entre Israel, Jordania y Palestina. Su cuenca está situada a más de 400 metros bajo el nivel del mar y sus aguas son de seis a 9 veces más saladas que en cualquier otro océano, con concentraciones altas de magnesio, bromo y otros minerales. Esta característica le confiere su nombre ya que es un lugar inhabitable para los seres vivos. Pero, el Mar Muerto, no está tan muerto como se cree, en él habitan algunos microorganismos entre los que se incluyen los halófilos, especialmente arqueas del género Halobacterium (Oñate, 2010) (Figura 2).

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Figura 2. Imagen de Halobacterium en microscopía de alta resolución (Barry, 2010).

¿Cómo hacen estos pequeños organismos para adaptarse? Pues su membrana citoplasmática constituye una barrera que separa el citoplasma del medio externo en el que pueden producirse cambios en la concentración de sales. La principal estrategia que desarrollan los microorganismos halófilos para adaptarse al estrés osmótico se basa en la acumulación masiva de compuestos, que pueden ser iónicos o no iónicos, en el citoplasma para compensar la presión osmótica del medio externo (Ramírez et. al, 2006).

Pero, ¿qué hace tan especial a los microorganismos del género Halobacterium para que sean el extremófilo de la semana? Pues estos pequeños seres han abierto una brecha en el estudio de la reparación del ADN en usos para la NASA ya que podría tener la clave para proteger a los astronautas de uno de los mayores peligros en el espacio: la radiación espacial. Halobacterium realiza la reparación de su ADN luego de horas tras verse bombardeado con esta radiación. En años recientes, una serie de experimentos realizados por investigadores auspiciados por la NASA en la Universidad de Maryland han sondeado los límites de los poderes de auto-reparación del Halobacterium utilizando las últimas técnicas sobre genética, para determinar exactamente la clase de trucos moleculares que utiliza para conservar su ADN intacto que podría ayudar a proteger la degradación de los cromosomas de los astronautas (Barry, 2004).

Este pequeño organismo puede ser la clave para proteger a los astronautas y para conocer más sobre los ambientes tan hostiles que pueden existir en el planeta, por eso, fue el extremófilo de esta semana.

AG, VS, MA, AM

Referencias:

Barry, P. 2004. Secretos de un superviviente de agua salada. Ciencia NASA. España. 4 pp.

Lipman, R. 2012. La nueva dieta HCG. eBookit publishers. Miami, Estados Unidos. 75 pp.

Oñate, L. 2010. Biología I. Cengage Learning Editores, S. A. de C. V. México, D. F. 242 pp.

Ramírez, N., Serrano, J. y H. Sandoval. 2006. Microorganismos extremófilos: Actinomicetos halófilos en México. Revista Mexicana de ciencias farmacéuticas, (37)3: 56 – 71 pp.

Romero, R. 2007. Microbiología y parasitología humana:bases etiológicas de las enfermedades infecciosas y parasitarias. 3ª edición. Editorial Médica Panamericana. México, D. F. 1789 pp.

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